domingo, 22 de abril de 2007

Una historia para ser recordada

“ Escuchad, acercaos a mi amigos. Hoy no importa cual sea vuestra casa o linaje, pues os contaré una leyenda que os cautivará a todos...”

Aquel era día de historias en la aldea, y todos estaban especialmente emocionados porque hacía unos tres días que llegó un Eshu y les había prometido a todos contar la leyenda más bella que sus oídos habrían escuchado jamás a cambio de un poco de hospitalidad.

“...Ocurrió hace mucho tiempo atrás, que en unas tierras llenas de encanto y de ilusión nació un corazón lleno de valentía y honor. El sabio mago del reino fue el encargado de ir forjando su alma...”

Se creó un ambiente de gran expectación, e incluso el aire parecía haberse parado a escuchar al honorable Eshu. Un entorno lleno de magia empezaba a hacerse notar y las llamas chisporroteaban con más fuerza.

“...Llegó la última lección de su entrenamiento. En ella, aprendió que no solo existían cuatro elementos, sino que eran seis: El agua, el fuego, la tierra, el aire, la luz y la oscuridad. Tendría que aprender a dominar la sabiduría de los seis si quería convertirse en un mago y caballero, justo y bueno, porque...”

Aquella parte hizo que una expresión de asombro iluminara el rostro de todos los presentes. Hubo varios gestos de asentimiento, e incluso los pookas que estaban a sus juegos dejaron lo que estaban haciendo para prestar atención con sus cinco sentidos.

“...Ya habían pasado varios años de viaje y aventuras, pero ese día le esperaba una nueva sensación, el amor. Habían pasado ya dos días desde la última vez que había podido probar bocado o beber algún trago(En este punto todos los integrantes de la casa Fiona se apiadaron especialmente por el muchacho). Por eso creyó que cuando delante de él apareció aquel vergel, era una mala jugada de sus ojos tras varios días de descanso. Se acercó y todo su cuerpo sintió el frescor que producían aquellas verdes plantas. Siguió adentrándose y se quedó paralizado cuando en un banco cerca del estanque vio a una mujer. Era la más bella que había visto nunca, una diosa ante sus ojos. ...”

Había una mirada soñadora en los ojos de todos los presentes. En los sátiros apareció una luz de lujuria en sus ojos y sonrisa, y las parejas que allí estaban presentes se juntaron un poquito más en un cariñoso abrazo.

“...El clamor de las espadas al chocar se escuchaba en todo el reino. La lucha duraba ya un par de días, pero el mago troll no mostraba ninguna señal de cansancio. La sala en la que se hallaban estaba llena de escombros y las paredes tenían agujeros y sombras de explosiones, arriba en el techo había una jaula de barrotes de oro y dentro se hallaba la razón de la lucha. El lucero que había iluminado la vida del mago, desde el día que se encontraron en aquel oasis, se hallaba atrapado. Los destellos que producía aquella divinidad empezaban a apagarse...”

Los trolls allí presentes estaban henchidos de orgullo ante tanta nobleza en batalla de uno de los suyos. Las lágrimas empezaban a aflorar en los ojos de casi todos los presentes, los redcaps habían borrado la emoción que había producido una batalla tan espectacular y ahora tenían el semblante serio. Los más sorprendente de la situación era que todo, y absolutamente todos estaban en silencio, solo las palabras del Eshu resonaban en el aire y en las mentes de todos los presentes.

“...El enemigo se hallaba ahora muerto en varios pedazos(todos los redcaps sonrieron a la vez), a varios metros la hermosa dama cuidaba en su regazo el cuerpo del mago, que aún restaba algo de vida:
- Siento escapar mi vida, siento que ya no pertenezco a este mundo y he de marchar.
Con lágrimas en los ojos la mujer le contestó:
- No digas eso por favor, no me dejes. Si no estás a mi lado no podré seguir...”

La única dama Shide se llevó la mano al corazón como si se le fuera a salir, y parecía que esas palabras formaran parte de ella desde hacía ya muchísimos años.

“- Gracias a ti he visto uno de los mayores milagros que jamás soñé. – Siguió diciendo el troll. – En tu honor he dado mi vida y orgulloso estoy de tan gran hazaña, pero no te preocupes, estaré contigo siempre y allá arriba te esperaré hasta que sea la hora de volvernos a encontrar. Se que sufres, pero resiste en honor de todos los que han caído y por los que aún viven. Dame un abrazo por favor, siento que ya me llaman.
Tras llorar amargamente varios días al lado de su noble caballero, reunió todas sus fuerzas y decidió enfrentarse a su propio dolor pero siempre llevando el alma del mago en su corazón.

Y así fue como la historia de valor, amor y verdad entre una Shide y un Troll llegó a su fin.”

Hubo un largo silencio (todos se habían quedado sin palabras) y tras él un gran estruendo producido por los aplausos y los vítores que todos dirigían hacia el Eshu.

Le ofrecieron quedarse más tiempo, pero él alegó:
- Lo siento mucho pero todavía tengo muchos lugares que descubrir e historias que aprender. - y mirando fijamente a la Shide añadió – pero seguro que si aprendéis a indagar un poco más en la gente de vuestra aldea descubriréis que estas historias y otras, de mayores fantasías, son tan ciertas como que el mundo gira.

Tras estas palabras se fue alejando poco a poco por el camino.

Aún hoy la historia resuena los oidos de todos los habitantes de la aldea, y una Shide de hermosas facciones que todavía allí vive, se acuesta cada noche murmurando: Dame un abrazo, siento que ya me llaman...

lunes, 16 de abril de 2007

A la orilla de Tossa de mar (un relato de vacaciones)

El joven muchacho lloraba silenciosamente a la orilla del mar. No le importaba que el agua fría le rodeara, porque más frío que el que ahora habitaba en su corazón y más humedad que la que en su alma se hallaba, no podría albergar. Sus lágrimas iban cayendo a la arena y con las idas venidas de la mar iban confundiéndose con el salado gigante.

Una sirena, llamada por la curiosidad de saber porque el mar iba aumentando en tristeza, se acercó tímidamente hacia la cala. Iba escondiéndose en cada pequeño recoveco que las rocas le brindaban a modo de escondite. Llegó a la arena, pero el muchacho no se dio cuenta de nada, ya que tenía las manos sobre la cara y esta casi entre las rodillas. Aún así una leve bruma avanzó para esconderla.

La curiosidad iba aumentando en ella, y eso se reflejaba en su cara. El joven, al cabo de un rato, percibió la bruma, pero no le dio mayor importancia, por eso dio un gran respingo cuando unas frías y musgosas manos apartaron el pelo de su cara. La sirena no comprendió su reacción y, con unos ojos más temerosos que sorprendidos, intentó irse rápidamente, pero al estar tan metida en tierra apenas pudo aletear un poco.

Una vez pasado el susto, el joven la miró fijamente a lo que la sirena también respondió. Una especie de magia creó un vínculo entre ellos que a cada segundo se iba haciendo más fuerte. En ella una sonrisa apareció en sus labios, en él las lágrimas dejaron de brotar y el mundo a su alrededor dejó de girar.

Este magnetismo solo logró ser roto por un canto que vino desde la lejanía del fondo del mar. Un canto que a pesar de ser muy parecido al de los delfines parecía tener una gramática como la del lenguaje humano.

La cara de la sirena se entristeció mucho, tenía que marcharse. Con las manos fue arrastrándose poco a poco, hasta que pudo nadar libremente Aún no había dejado de mirar al muchacho. Ante el miedo de perderla este se hechó al mar. No sabía nadar y menos respirar bajo el agua, pero cuando la sirena le abrazó huyeron todos sus miedos y junos se adentraron hacia la procedencia de aquel canto eterno.